sábado, 4 de diciembre de 2010

Álbum de estampas Barbie



Mi interés por el dinero se desencadenó cuando tenía alrededor de 11 años, y cursaba el sexto año de primaria, cuando salió el álbum de estampas para coleccionar de Barbie.

Me llamaba mucho la atención esta muñeca porque ahora que traigo los recuerdos a mi memoria, para mí, era el juguete perfecto. Todo en esta era muy bonito ante mis ojos, desde los pequeños zapatos, su ropa, hasta la enorme cantidad de accesorios. Era como el modelo perfecto de lo que quisieras ser, y naturalmente, tener todo con lo que la muñeca contaba.

La mayoría de las niñas en la escuela, y de otras con las que convivíamos en el transporte escolar tenían el álbum; junto con sus madres en la mayoría de los casos se dedicaban a coleccionarlo. Mi interés en este artículo fue tanto que gastaba la mayoría del dinero que me daban para gastar en la escuela en sobres de estampas, y como la obstinación fue demasiada, llegué a un acuerdo con mi mamá, en el que yo lavaría los trastes a cambio de dinero.

Este álbum coleccionable en especial me llamó mucho la atención, por mi gran gusto por la muñeca, por la “accesibilidad” en precio, y la emoción de ir llenando con las estampas el dichoso álbum.

A partir de ese momento, mi interés por el dinero despertó, al hacer algo de trabajo en casa a cambio de un poco de dinero extra, ya fuere para comprar estampas, dulces e incluso, juntándolo para comprar algún juguete. Desde entonces, el dinero que obtengo extra, a través del trabajo, lo gasto en caprichos que mis padres no me darían, como ropa, o un mejor celular. Así es como ingresé al mundo del capitalismo desde pequeña.

Andrea Castrejón Meza (Estudiante de Licenciatura en Educación, 19 años).

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